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martes, 15 de octubre de 2024
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Cultura

Una mirada desde la alcantarilla. Belén Sigot, autora entrerriana de las novelas Vacas y Pronunciamiento

Belén Sigot tiene publicadas dos novelas: Vacas que obtuvo el premio de la EMR y Pronunciamiento publicada por Caballo Negro, la editorial de Alejo Carbonell (otro entrerriano que actualmente reside en Córdoba). 

En las historias de cada una de estas novelas aparecen, más en profundidad o más el rizoma de sus vinculaciones con otros, los personajes que conforman un pueblo: Pronunciamiento. Entonces creo que la escritura de Belén Sigot es fundante de un espacio geográfico, de una lengua y de una mitología del interior. No porque por fuera del texto no exista Pronunciamiento, sino porque lo que hace desde su escritura es construir el espacio, un lugar que no solo ancla a sus personajes sino que los define desde figuras que no sé si en la retórica tienen un marco teórico pero que deberían y son la categoría del tapujo y la del chisme (chisme como anomalía que tuerce la normalidad de los enunciados, aparece con verdad y tensiona la construcción de relato anterior).

Esto no es usado desde el desprecio, es desde la oralidad tan bien escuchada que se abre en la obra y desde una mirada poética del narrador. 

Pronunciamiento como espacio literario va a hacer crecer las historias desde un lenguaje oral, un lenguaje vivo que se embellece por mérito de la autora pero que suena como el monte mismo. Pienso en Pronunciamiento como espacio de Vacas la y como homónimo de la novela editada por Caballo Negro.

Belén Sigot intensifica el nombre del pueblo desde la pronunciación y revela los misterios que como el poeta también entrerriano Zelarrayán “aplasta como a una pulga”. 

Pienso en varias cosas mientras me decido a anotar qué decir sobre estas dos novelas que afortunada y azarosamente leí para presentar en la feria. Inevitablemente pienso en una amiga en común, una escritora que no se define como tal pero que permanece con la vista fija en el lenguaje, con el cuerpo presente en la literatura, la querida Marga Presas, poeta y narradora exquisita de CdU. 

Y pienso en esa trama o trampa que nos tiende la escritura como si fuese algo del más allá. Marga dice “me alegra mucho que estas dos Belén se conozcan”. Agrega que ninguna es muy simpática, agrega algo sobre la gente linda porque no se la traga ningún personaje, agrega que ella admira a las mujeres que escriben bien y que además saben decir un NO cuando lo sienten. Tomo la mitad de lo que dice Marga para acercarme con entusiasmo a Belén Sigot, a su escritura y a esta postura que un poco la tiene en el margen del tumulto showcero que algunxs autorxs suelen adherir.

Entonces en este encuentro fortuito reafirmo mi fe en la literatura de poder unir y reforzar los puntos como de soldadura que nos convocan para pensar en cómo se escribe cuando se es mujer de provincia, del interior de la provincia, con ganas de ser alguien que escribe aunque viva de otras cosas (tenga que vivir de otras cosas) Porque Belén escribe como si no pudiera no hacerlo. Y pienso en cómo la voz de los personajes como Lelén se cuestionan cuando hablan en voz alta, en cómo la verdad crece dentro de un puño y se abre gracias a las palabras, este milagro que hacen las palabras con las mujeres que atraviesan el dolor y que al enunciarlo potencian y despliegan una justicia que no cabe en la realidad fuera del texto. “Justicia poética”, más fuerte, más austera, más potente, que traspasa el tiempo y la historia particular. 

Y pienso que a veces el mundo no soporta lo que tiene para decir la literatura y que su encanto es este: hacer que necesitemos leer, para encontrar verdades, para descubrir subjetividades, para hacernos más sensibles y humanos.

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