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miércoles, 23 de octubre de 2024
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Una mirada desde la alcantarilla. Fiebre

Fiebre

Si fuese una brasa, tendría abollado el cuero. Sentiría la porción hueca que deja el fuego cuando se extingue. Pero es mi hijo este chiquito que apoya la frente mientras le hierve en mi hombro. Dos días atrás estuvo así Francisca. Fiebre y dolor de cabeza, la boca sellada, un silencio de desierto que aullaba en la noche. La nena que más habla, la que hace girar las habitaciones como a bolillas entre los dedos estaba quieta. Es imposible no afligirse ante los malestares de los hijos, pienso y recuerdo caras impasibles pese a todo.

Pienso en las aves, en las plumas de las gallinas perdidas entre las plumas de sus pollitos, los animales tienen gestos humanos y las personas solemos hacernos bestias. 

Clarice Lispector escribía con la máquina sobre la falda, con los sonidos de la casa de fondo. Mi mamá cosía con la Singer y alzaba alguna nieta como si trotara un potro para terminar de remendar un puño, para achicar la cintura floja de las prendas heredadas. 

Mamá no anduvo nunca a caballo y sin embargo domaba la más fiera de las bestias, arremetía el tranco y la casa se hacía mansa, las cosas al final del día parecían rendidas. Es imposible no mirar atrás mientras las cosas ralentizan su curso, la fiebre de un hijo y el estallido del mercurio que insistíamos en unir de chicos con mi hermano. Esas cosas siguen rotas, esas cosas persisten.

“No hay condiciones ideales para escribir. En mi caso particular, empiezo un relato cualquiera y termino totalmente ganada por él. Ahí comienza el proceso que para mí es penosísimo. Hay un detalle: ese proceso se desarrolla allí, en aquel sofá donde yo me siento con la máquina de escribir en la falda. Así escribo siempre con la máquina de escribir sobre la falda. Cuando mis hijos eran pequeños, escribía mientras los cuidaba o sea con ellos potreando a mí alrededor. Siempre quise evitar que ellos tuvieran de mí la imagen de una madre escritora. Escribía entonces cerca de ellos. Tratando de no aislarme. Se puede imaginar lo que eso significaba; interrupciones a cada instante, uno que venía a pedirme que le cuente un cuento, otro que venía con preguntas locas, típicas de los niños. Así trabajo yo. Las condiciones ideales están dentro de cada uno.” Clarice Lispector

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