Narices como pinos
I
Toco la tierra seca
un talco oscuro impregna mi piel
una cúpula es apenas más alta que los pinos
que bordean la única iglesia
tres perros me persiguen
escucho el movimiento de sus lenguas
empujo la mía y lo que tiene para decir,
la aprieto contra el paladar
como reventando una ampolla
pero en el pueblo todo es silencio
y tampoco el agua puede hacer ruido
II
mamá desparramaba maicena en la mesa
y yo hundía la palma
imprimía las líneas de la piel
los dedos moviéndose como aspas
dibujando su forma
cuando sentía la fécula entre las uñas
apretaba las muelas
mi madre preparaba alfajores
me pedía que recortara los círculos iguales
yo le imponía una fuerza al brazo duro contra el molde
el peso del cuerpo sobre la masa
y despegaba la forma perfecta
quitaba la sobra con un filo
amontonaba retazos como plastilina
que volvían a ser otra cosa
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III
en el patio se secan dos girasoles que Fernando cortó de la
orilla de un campo
a la siesta voy a contar cuantas flexiones de brazos hace en la
vereda roja del patio
ayer llegamos a contar trescientas
con Gastón somos los hermanos menores
Fer es el primer hijo de mis padres y yo la última
nacimos el mismo mes con dos días de diferencia
y con quince años que no logran marcarse
mi hermano mayor es bajito
mueve el cuerpo ágil
monta árboles como una araña de isla
tiene marcados cada músculo y sus pechos
parecen dos tambores para saltar encima
IV
las semillas están secas y se desprenden de la flor
el tronco del girasol tiene espinas pequeñas
que de lejos no se ven
se incrustan con fuerza como dientes de un bebé
en la hornalla se calienta una essen que tiene roto el mango
mamá atrás del fuego
su cara siempre apunta al lugar que no mira
como si la nariz enfocara hacia donde tiene que llegar
pero el gesto le queda lejos
las semillas saltan sobre el teflón
y se dejan sacudir
un río de sal cubre el pellejo
hay un olor que quema lo que pensamos
