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La semana próxima inician en Paraná y luego en Concepción del Uruguay, las III Jornadas de Literatura Entrerriana organizadas por un equipo de la UADER de la FHAYCS. Digo esto porque las jornadas piensan en “nuestros escritores y nuestro canon”. Washington Atencio es uno de los referentes de la literatura contemporánea, y como varixs de quienes escriben, su perfil incluye distintas aristas que van tomando la palabra poética como una red que se teje y desteje, que hamaca sus días y que hace que la existencia sea una búsqueda de la belleza y un encuentro siempre inesperado y satisfactorio.
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Washi para mi es Guayito. Es decir, un amigo con el que crezco aunque ya ambos seamos grandes. Nos conocimos cuando estudiaba pero yo debía griego y encontré que él me podía dar clases particulares. Iba a su departamento en el barrio José Hernández y Washi me explicaba las declinaciones, dibujaba con su prolijidad el alfabeto y empezábamos a descubrir otro código que sería el nuestro. Estábamos sin saberlo creando nuestro lenguaje. Después nos volvimos a encontrar: en calle Alem, en calle México, en a esquina que casi traga Echagüe, en las marchas de Agmer, en las salas de profes, en nuestras mesas y en la misma escuela. Caminábamos los pasillos tomados del brazo antes de entrar a las aulas en las que dábamos clases. Otra vez en el mismo edificio, antes de la Uader, ahora de la Normal. Y nosotros también como otros cuerpos aunque iguales.
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Washington da clases en la universidad y trabaja ahora en el CGE escribiendo documentos, esta es la parte menos poética pero que también le permite en lo académico pensar cuáles son los diálogos que en las clases que da de Griego puede establecer con textos contemporáneos que no forman parte del programa institucional. A Washington lo desafía el movimiento, quienes lo conocemos sabemos que esa inquietud se nota en su cuerpo. No está nunca sentado. Lee y pasea entre las filas, mueve las manos mientras habla y escribe palabras en el pizarrón como colgando estrellas. Sí, parece un cuento de hadas pero no. Un tiempo fuimos “pareja pedagógica”, organizábamos las actividades de los chicxs y después yo lo acarreaba a la silla para además contarle algo íntimo, leer juntos un poema que parecía impostergable y reirnos como los de la última fila. Porque la risa junto a él es otro canto de chicharra y se hace siesta bajo paraísos que perfuman. Okey, me calmo porque lo adoro pero también hay en la amistad (como en el amor) algo que nos prende y es la admiración.
En 2018 fundamos Jacarandá que es una librería virtual de la cual yo ya me desligué pero que consumo, ahora Washi es el librero que despliega los manteles sobre los tablones en las ferias, sube las fotos de las novedades en instagram, responde cada mensaje y va al correo a hacer los envíos a todo el país. Pero no sólo es una actividad comercial, sabemos que una librería especializada en poesía, no es un negocio rentable en términos económicos, pero sí es aún un sueño que tuvimos juntos: poder leer lo que se publicaba en el país en editoriales independientes con autores que no estaban en los catálogos de las grandes editoriales pero que tenían una potencia superior. Otra perla del collar: es sobre todo lector y elige qué traer con criterio estético, el propio sí, pero el que piensa en la calidad y no en lo comercial, es decir, el idealismo no se pierde en su utopía.
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“La escritura aparece porque me enamoro”. Hola Barthes, acá te estamos llamando. Washi me dice que cuando alguien (llámese Ferny Kosiak, también superperfil) valora tu palabra es imposible retener el cauce. “La apuesta por tu escritura es lo que te alienta”, su primer publicación inauguró el Proyecto Camalote con Una hoguera de jazmines. esos poemas, con un tono más narrativo que los actuales, recuperan el campo que vio desde pequeño pero lo ofrecen como un territorio a explorar en la memoria. Nació en Lucas González y creció viendo morir el sol entre malezas y alambrados. El campo volvió a abrirse ya instalado en Paraná desde los dieciocho años y dejó que en la tierra del texto asomaran las pérdidas no solo del lugar, sino de aquellos que ya no estaban físicamente: sus abuelos, sus tíos, su niñez y lo que era cotidiano cobraba en sus versos una dimensión poética “personas y raíces se parecen en estos lados” iba a decir en uno de sus poemas. La escritura aparece por el amor y crece con el talento.
Esa búsqueda por el asombro va a convertirse en impulso para despegar los huesos del sueño antes de salir a trabajar. “Yo creo que hay una mirada de lo cotidiano con un sentido de alerta”, Washi camina y se detiene para sacarle una foto a una raiz que se asoma en un baldío. La sube a sus historias. Muchos cruzan sin saber que ahí puede empezar a estar creciendo un poema.
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Agua viva es otro proyecto que también enlaza la amistad con María Ragonese, la poeta que funda esta editorial desde Buenos Aires que involucra a poetas de otras provincias y países. María encuentra en Washi a un poeta y publican juntos, ya con una mirada más afilada sobre un proyecto de escritura como libro, Nuestra sombra volcada en el río. Después, hará un año y medio, pasa a formar parte del equipo y oficio desde acá de corrector y aporta en mis lecturas lo que desde la distancia se pueda”. Actualmente Agua viva no sólo ha aumentado su catálogo, también en sus recursos humanos suman al poeta Alan La Veglia y a Malena Romairone, que es artista y actriz, a ilustradorxs y fotógrafxs.
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GALOPE CIEGO
Entierro todas las miradas
semilla por semilla
para que puedas nacer.
Vengo del calor
pero aprendí a desconfiar
de la calma.
El frío
otra palabra.
El mar
lengua que se arrastra.
Con la boca sumergida en tierra
gritás trigo, cuchillo, fogata.
Latido seco
voz que se anuda
en tu camisa.
Agarrado a las crines de un recuerdo
beso párpado y horizonte.
Te sueño como se aguarda la lluvia.
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En 2020 Washington fue el ganador del Premio Juan L. Ortiz con su poema “El filo” que dice “El horizonte es una espina que crece.”
Después ha participado de numerosos festivales en el CCK, en plaquetas, revistas de poesía, organizó Río abajo, el ciclo de lecturas en el Casal de Catalunya, Las trincheras del poema y siempre abrazó lo que hiciera que las raíces y las ramas de la poesía se hicieran más visible. Hoy coordina su taller "Con este verso, en este mundo" en el que puede extenderse en sus placeres como lector y en que la docencia se hace desde el impulso más hedónico.
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“Creo, me permito pensar como algunos grandes poetas que me inspiran, que uno escribe siempre el mismo poema. A lo largo de la vida hay matices y como los ríos que tienen tramos más pedregosos, más fluidos, partes que se tuercen y desembocan en otros cauces, la escritura es un devenir que acompaña la vida. O bien la poesía es una forma que encontramos algunos para decirnos el tiempo en este plano. Y porque estoy convencido de que la poesía hace más soportable la vida, como el amor, es tan fundamental como esos afectos imprescindibles.”
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Próximamente, Washi publicará por Salta el pez editora, un libro que escribió pensando en animales y organismos no humanos, porque siempre hay en lo que no se una mirada que es la suya. El libro Sueño con tigres se materializará a mediados del año que viene y ya todxs lo estamos esperando.
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