domingo 28 de mayo de 2023
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Una mirada desde la alcantarilla

Historia familiar con el hilo roto

Lo que no se debe nombrar

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Hace unos días me regalaron la obra de Louis Glück, hace unos meses que no puedo leer mucho en cantidad como antes entonces escojo libros de poemas. Ararat es un poemario y una despedida que hace Glück a su padre, un homenaje, una novela familiar cortada en versos, una forma de abrir la voz para correr la cortina. Un libro siempre puede ser muchas cosas, incluso un apoyo para sostener el mate o el celular. Un libro puede ser un escondite donde guardar fotos y flores que contengan un amor o un misterio. Me gustan los libros cerca, una pila al costado, algo creciendo de fondo en mi espalda, un murmullo callado. Hace también unos días me escribió una amiga y contó que quería hablar de su madre, de la muerte de su madre, de la enfermedad mental con la que creció tratando de entender de qué se trataba. Anoche antes de dormir escuché sus audios, me dejé como con los poemas de Glück arrastrar hacia su historia.

*

El documento que agregó al chat se titula Marita, responde algunas preguntas que le hice y que fue pensando en cómo decir. El lenguaje se desintegra.

Dice un poema de Isabel Zapata

Mamá mete sus cuarzos en una bolsa de tela verde y los sumerge en el mar un largo rato antes de dejar la bolsa a un lado y empezar a cavar un agujero.

Luego se entierra en él y me pide que arroje arena sobre su cuerpo hasta que deje de respirar.

*

¿Qué es lo que deja una madre cuando se va? Tartas, empanadas, recetas y secretos de sus sabores, olvido. Una madre deja la lengua llena de cosas. Claudia dice que su madre hizo todo con amor siempre, incluso cuando no podía. El papá sostuvo los estantes de la casa en los lapsos en que su madre estaba internada. De qué hablamos pregunto, de salud mental, de esquizofrenia y de no encajonar en un solo diagnóstico, dice. Mi mamá era más que una mujer enferma. Seguro, pienso y una película de madres que además padecieron diabetes, depresión, tartamudez, asma, fibriomialgia, migrañas, trastornos obsesivos, anemia, bulimia se me vienen encima. Una mujer que es una madre no puede más que estar siempre sana y dispuesta. Esos supuestos nos hacen ser más inhumanos. El cuerpo de una madre siempre es ocupado por otrxs. La mujer aparece entonces como una extranjera entre sus propios huesos.

*

- ¿ Por qué sentís que hablar de un tema íntimo es en cierta forma ir en contra del dolor o de al menos guardarlo y hacerlo crecer?

En realidad, lo que me inquieta es visibilizar la biografía de mi mamá, siento que tuvo una vida muy difícil y triste, que aún así afrontó desafíos y proyectos. A mamá las cosas que le pasaron no la detuvieron, tuvo desde la mitad de su vida hasta el último día la posibilidad de cruzarse con gente que le dio amor y ayuda. Eso que no tuvo en sus primeros años. El dolor por la pérdida de una madre no puedo compararlo con nada de lo que haya vivido hasta ahora y soy consciente que escribir sobre ella no me va aliviar sentir su ausencia. Me puede servir para terminar de entender mi historia, porque desconocer quién fue la familia de mi mamá es un hueco que aún no lleno. No pude conocer los porqué ni entender el abandono por parte de mi abuelo materno, qué cosas atravesaron y qué otras sufrieron ellos durante infancia de mi mamá.

- ¿Quién fue tu mamá? ¿Quien pudo ser tu mamá?

Si me paro en la vereda de enfrente a recorrer su historia, la defino como una guerrera y empoderada de su vida. Pudo ser una trabajadora en el plano social, trabajó en el PAMI, en el área de administración médica, brindando ayuda a los mayores que carecían de posibilidades económicas y necesitaban de medicamentos o asistencia de sillas de ruedas, para tener una mejor calidad de vida. Fue madre de dos hijas, se casó y construyó su vida con mi papá hasta su último día, fue abuela de Nina. Era una persona que siempre tenía actos de amor, haciendo regalos a su gente y familia cuando creía que el otro necesitaba algo en particular, era muy observadora de su entorno, y por sobre todo nos cocinaba y preparaba viandas para algún almuerzo, o para compartir en el trabajo, como un budín o una torta matera.

- ¿Cómo transitaron la enfermedad?

Ufff…..por dónde empezar….

En cuanto a su situación individual, se despertó en ella a los 28 años cuando se va a encontrar a su mamá biológica en un psiquiátrico en Rosario. Luego de ese episodio, tiene crisis de estrés y sufre de ciertas descompensaciones mentales, ahí empiezan las internaciones en el hospital escuela, estaba 15 días y luego se recuperaba rápidamente.

Con respecto a mi papá, la conoció así y fue conociendo la realidad sin entender mucho pero acompañándola y ayudándola desde el amor.

Cuando nací, fue un comienzo distinto desde el vientre de mi mamá, durante su embarazo, estuvo internada por estar con una crisis. Dos años después llegó mi hermana, se vivieron días intensos para ellos por todo lo que demandaban dos pequeñas, mi mamá atravesaba crisis en esos lapsos. Un nuevo mundo para mi papá, a veces sin poder dormir, buscando alternativas saludables para poder contener a mi mamá mientras nosotras crecíamos. Al pasar los años, pudo construir un equipo de trabajo, con psicólogo familiar, acompañante terapéutico y psiquiatra. Por momentos funcionaba y por momentos atravesaba sus crisis, que requerían de internaciones en la clínica psiquiátrica Self, que queda en calle 25 de junio. Toda nuestra infancia y adolescencia fue cíclica y fuimos atravesando esas situaciones de internaciones de mi mamá. Mientras, seguíamos creciendo con mi hermana y realizábamos muchas actividades extraescolares, danza, inglés, computación, en los veranos íbamos al club.

- ¿Por qué es tabú la salud mental?

Hoy ya no tanto, antes se desconocía o no se entendía. Cuando mi hermana empezó a estudiar medicina, descubrimos lo que tenía, antes los médicos no la describían de esa manera, a veces tengo mis dudas con respecto a nombrar la enfermedad y encajonar su realidad mental desde un lugar porque nos límita en saber cómo acompañar, enseguida la auto-limitamos como familiares.

- ¿Qué episodios o escenas rescatás con tu memoria que son como resarcimientos del daño?

Creo que fueron apareciendo de adulta cuando una aprende a ponerse en los pies de los padres y entiende lo que hicieron con lo que vivieron. Lo que siento que me sirvió fue hacer terapia desde chica, estar con muchas actividades fuera de mi casa para conocer mundos diferentes. Tuve la facilidad de conectar con la gente, eso me permitió construir una familia social que yo elijo y me ayuda a seguir adelante, recibiendo mucha contención. Aprendí a pedir ayuda y saber elegir qué personas, me pueden acompañar, ayudar y enseñar.

- ¿Qué es la esquizofrenia para vos desde tu lenguaje y experiencia?

Uyy….siento que tengo tanto guardado en mis emociones que no sé si podría describirlo con palabras. Es una enfermedad que puede tocarle a cualquiera y en particular a personas muy inteligentes, que en este caso, a mi mamá le tocó vivir una vida muy dura en todo sentido, desde muy chica sufrió muchas ausencias, tanto económicas como familiares dentro de sus primeros años. Desde lo que pude observar, entiendo que ella luchaba contra sus pensamientos que aturdían en su mente, no siendo consciente del mundo real en contraste con el irreal, teniendo un discurso junto con un poder de convicción, que te podía confundir si no la conocías porque sus ideas venían de un mundo real alucinado.

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Claudia llegó a su casa a acompañar a la mamá mientras el padre cursaba una maestría. Se ríe por burlar la profesión, ella baila y expresa con la danza, trabaja poniendo el cuerpo para que la música le haga decir lo que no puede hablar. El padre en cambio es contador y profesor, la hermana médica. Ese día Marita se descompensó, venía de una gastroenteritis, sumada a la diabetes y la presión alta, salió de bañarse y llamó a Claudia. “Me dijo que se sentía mal, mamá quedó en mis brazos”.

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Claudia está preparando un unipersonal de danza, dice que todo esto aparece, yo la imagino compenetrada como cada vez que la vi bailar. Las puntas de los dedos estirándose como ramas, la espalda abriéndose, los músculos marcando el contorno de las sombras sobre la piel.

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Me pregunto hasta dónde los huesos de una madre se instalan en los hijos.

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En las fotos familiares todos son como todos, una fiesta, vestido azul, peinados de peluquería con olor a fijador, las telas con brillo, las pieles con la tersura que dan las fiestas, la apariencia de que todo está bien, que todo siempre se mantuvo en calma. Una imagen tiene a una nena sentada en sillita de comer, una mujer la mira de perfil, atrás crece una alacena con estantes y portarretratos.

Una hija siempre aparece para zurcir la carencia de palabras, entonces cuenta aquello que mete entre las encías. No se hablaba de las cosas que dolían fuera de casa, había que ser elegante, decir poco, un murmullo. Nunca se juzga cómo se atraviesa aquello que despelleja el cuero. Unos gritan, otros enmudecen. Pero contar que hay trapos que se deshilachan, que las mujeres no son inmunes, que las madres pueden necesitar ser cuidadas como si volvieran a ser hijas recién nacidas es también darle paso a otras historias muteadas. Encontrar cuál es la foto que se esconde adentro de la foto. Revelarla y darle una luz nueva, que la entibie como el último rayo del sol cuando cae.

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