Camina derecha, mi cabrita
Estas fueron las últimas palabras de la madre
de Virginia Woolf al borde de su muerte: camina derecha, cabrita.
Hay que descarriarse, le decimos a nuestras hijas.
Subir a las copas de los árboles, mirar desde la altura
con las rodillas peladas por las cortezas
la sangre seca y las medias blancas.
Cabritas locas,
las chicas saltan
esquivan el bufido de la bestia
con un paso de cumbia.
Zapatillas de lona y rodete.
Las piedras fuera de los bolsillos,
el río como una estela que las sigue.
No desvían la mirada.
Apuntan con su vista: por qué, por qué, por qué.
La tobillera hace castañear
caracoles encontrados en la orilla.
El único cencerro de este rebaño
es la risa.
Estas fueron las últimas palabras de la madre
de Virginia Woolf al borde de su muerte: camina derecha, cabrita.
Hay que descarriarse, le decimos a nuestras hijas.
Subir a las copas de los árboles, mirar desde la altura
con las rodillas peladas por las cortezas
la sangre seca y las medias blancas.
Cabritas locas,
las chicas saltan
esquivan el bufido de la bestia
con un paso de cumbia.
Zapatillas de lona y rodete.
Las piedras fuera de los bolsillos,
el río como una estela que las sigue.
No desvían la mirada.
Apuntan con su vista: por qué, por qué, por qué.
La tobillera hace castañear
caracoles encontrados en la orilla.
El único cencerro de este rebaño
es la risa.