Cada 8 de septiembre se conmemora el Día Mundial de la Fibrosis Quística. La fecha fue instaurada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) en 2013, en homenaje al grupo de científicos que, en 1989, descubrió el origen de esta enfermedad.
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SUSCRIBITECada 8 de septiembre se conmemora el Día Mundial de la Fibrosis Quística. La fecha fue instaurada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) en 2013, en homenaje al grupo de científicos que, en 1989, descubrió el origen de esta enfermedad.
La fibrosis quística es una enfermedad genética y crónica que afecta principalmente a los sistemas respiratorio y digestivo. Se caracteriza por la acumulación de moco espeso y pegajoso en los pulmones y el tracto digestivo, lo que conduce a una serie de problemas de salud.
La fibrosis quística es causada por una mutación en el gen CFTR (regulador de la conductancia transmembrana de la fibrosis quística), que controla la producción de un tipo de moco que es normalmente delgado y lubricante. En las personas con esta enfermedad, el moco se vuelve espeso y dificulta la eliminación de las bacterias y otros irritantes de los pulmones. Esto puede dar lugar a infecciones pulmonares crónicas, dificultad para respirar y daño pulmonar progresivo.
Además de los problemas respiratorios, la fibrosis quística también afecta al sistema digestivo, causando problemas en el páncreas. El moco espeso puede obstruir los conductos pancreáticos, lo que impide la liberación de enzimas digestivas. Esto puede llevar a la malabsorción de nutrientes, deficiencia de vitaminas y problemas en el crecimiento y desarrollo, especialmente en niños.
La fibrosis quística es una enfermedad crónica de por vida, y su tratamiento se centra en aliviar los síntomas y retrasar la progresión de la enfermedad. Los pacientes con fibrosis quística suelen requerir un tratamiento diario que puede incluir fisioterapia respiratoria, medicamentos para diluir el moco, antibióticos para tratar infecciones pulmonares, y una dieta especializada para abordar los problemas digestivos. En casos más graves, es posible que se requiera un trasplante de pulmón.
El diagnóstico temprano y una gestión adecuada pueden ayudar a mejorar la calidad de vida y la esperanza de vida de las personas con fibrosis quística, pero es una enfermedad que requiere atención médica continua y un enfoque multidisciplinario para su manejo.