La docente Ana Natalia Ayala, de 45 años, murió el viernes por la tarde tras haberse contagiado de hantavirus. Estaba internada en el sanatorio San Carlos de Bariloche.
Para continuar, suscribite a Ahora. Si ya sos un usuario suscripto, iniciá sesión.
SUSCRIBITEPara continuar, suscribite a Ahora. Si ya sos un usuario suscripto, iniciá sesión.
SUSCRIBITELa docente Ana Natalia Ayala, de 45 años, murió el viernes por la tarde tras haberse contagiado de hantavirus. Estaba internada en el sanatorio San Carlos de Bariloche.
Ayala era docente del Jardín maternal "Hormiguitas" y también fue parte de la Junta Vecinal del barrio Frutillar, de la ciudad cordillerana.
«Ha sido también parte de comisiones anteriores, gran vecina, gran madre, gran amiga y compañera de trabajo. Nuestras condolencias a sus familiares y seres allegados y Q.E.P.D NATY», expresaron desde la junta vecinal.
La enfermedad por hantavirus es una zoonosis emergente producida por virus ARN pertenecientes a la familia Bunyaviridae. Los virus tienen una distribución mundial, y producen en los seres humanos dos formas clínicas graves, la Fiebre Hemorrágica con Síndrome Renal en Asia y Europa y el Síndrome Cardiopulmonar por Hantavirus en América.
Son transmitidas al ser humano por roedores silvestres, reservorios naturales de la infección, que presentan una infección crónica asintomática con viremia persistente y eliminan el virus a través de la orina, saliva y excretas.
En Argentina circulan dos especies de virus hanta (Andes y Laguna Negra) y al menos 10 genotipos virales diferentes, 8 de ellos han sido asociados al síndrome cardiopulmonar por hantavirus: Andes sur; Andes lechiguanas, Andes Buenos Aires (HU39694), Andes Central Plata, Andes Orán, Andes Bermejo, Andes Juquitiba y Laguna Negra.
Los hantavirus se transmiten fundamentalmente por inhalación de aerosoles cargados de partículas virales provenientes de las heces, orina y saliva de roedores infectados.
Otras posibles vías de transmisión son: contacto con excrementos o secreciones de ratones infectados con las mucosas conjuntival, nasal o bucal, o mordedura del roedor infectado.
La transmisión al humano generalmente ocurre al introducirse en el hábitat de los roedores en zonas suburbanas y ambientes rurales, principalmente en los peri-domicilios y durante el desarrollo de actividades laborales, recreativas, o en lugares cerrados como galpones o depósitos infestados por roedores. También existe evidencia de transmisión persona a persona, y por ello, las secreciones y otros fluidos humanos deben considerarse potencialmente peligrosos.