Se publicaron las conclusiones de la «Comisión de Demencias» de The Lancet 2024, una actualización de lo ya publicado en 2020. Para esto hicieron revisiones y metaanálisis de décadas de estudios en la materia. Lo resumimos en INFOMED
PUNTOS CLAVE
Se publicaron las conclusiones de la «Comisión de Demencias» de The Lancet 2024. Actualizan acá las directrices del 2020 respecto a la prevención, manejo y cuidados de las demencias.
La demencia es una enfermedad relacionada directamente con el envejecimiento. En 2019, 57 millones de personas en el mundo convivían con la enfermedad. Este número se va a triplicar para el 2050.
En 2020 se propusieron 12 factores de riesgo modificables: menor educación, pérdida de audición, hipertensión arterial, tabaquismo, obesidad, depresión, inactividad física, diabetes mellitus, consumo excesivo de alcohol, injuria cerebral traumática, contaminación del aire y aislamiento social.
Ahora, en 2024, se suman 2 nuevos factores de riesgo: la pérdida de visión no tratada, y el colesterol LDL elevado. Este se debe tratar desde la edad adulta.
Lo más novedoso: cambió el paradigma para esta enfermedad. Hoy, trabajando sobre 14 factores de riesgo modificables, hasta la mitad de los casos de demencia se puede prevenir.
En efecto, podríamos reducir casi a la mitad el número de pacientes con esta enfermedad si evitamos estos 14 factores de riesgo. Cuando antes se interviene en la vida, mejor, aunque los beneficios se ven en todas las etapas.
En los pacientes con diagnóstico de demencia, siempre se debe actuar, no solo sobre ellos, sino también sobre familiares y cuidadores.
Los números del problema
En 2019, 57 millones de personas en el mundo, vivían con demencia. Este número va a aumentar a 153 millones para el año 2050.
La proporción de personas con demencia aumentó con el paso del tiempo en los países de ingresos más bajos, debido a un mayor aumento porcentual en la longevidad, en forma más significativa que en los países de ingresos altosEl nuevo documento de The Lancet
La actualización del 2024 de la Comisión, aporta nuevas evidencias sobre la prevención, las intervenciones y el cuidado de la demencia. A medida que las personas viven más, el número de pacientes con demencia aumenta, incluso cuando la incidencia específica por edad disminuye en los países de altos ingresos.
Probablemente, la reducción del daño vascular (por ejemplo, reduciendo el tabaquismo y tratando la presión arterial alta) haya contribuido a una reducción en la incidencia de la demencia relacionada con la edad.
Cada vez hay más pruebas, y ahora son más sólidas que antes, de que el abordar los factores de riesgo de demencia ya conocidos (es decir, menor educación, pérdida de audición, hipertensión, tabaquismo, obesidad, depresión, inactividad física, diabetes, consumo excesivo de alcohol, injuria cerebral traumática, contaminación del aire y aislamiento social), reduce el riesgo de desarrollar demencia.
12 factores de riesgo «clásicos» de demencia
Menor educación
Pérdida de audición
Hipertensión arterial
Tabaquismo
Obesidad
Depresión
Inactividad física
Diabetes mellitus
Consumo excesivo de alcohol
Injuria traumática del cerebro
Contaminación del aire
Aislamiento social
2 nuevos factores de riesgo: pérdida de visión + colesterol LDL
Ahora, desde una perspectiva integral de prevención de la demencia, teniendo en cuenta el ciclo de la vida, hay 14 factores de riesgo que habría que eliminar, en lugar de 12.
Una enfermedad potencialmente prevenible
El potencial de prevención es alto: casi la mitad de las demencias podrían prevenirse teóricamente, eliminando estos 14 factores de riesgo.
Aunque el cambio es difícil, y en algunas asociaciones podrían ser solo parcialmente causales, este nuevo estudio muestra cómo las personas pueden reducir su riesgo de demencia. Esto es un cambio de paradigma respecto a las demencias.
Existe un mayor potencial de reducción del riesgo en los países de ingresos bajos y medios, y entre los grupos minoritarios y de nivel socioeconómico más bajo, que para los países de ingresos más altos.
Educación
La evidencia de que hay factores de riesgo específicos, sugiere que todos los niños deben recibir educación, y más beneficioso mientras más años se siga formando una persona.
Es importante ser cognitiva, física y socialmente activos en la mediana edad (es decir, entre los 18 y los 65 años) y en la vejez (es decir, a partir de los 65 años).
La nueva evidencia muestra que la actividad cognitiva en la mediana edad marca una diferencia, incluso en personas que recibieron poca educación cuando eran niños.
Oír y escuchar
El tratamiento de la pérdida auditiva disminuye el riesgo de demencia. El uso de audífonos es particularmente eficaz en personas con pérdida auditiva y factores de riesgo adicionales para la demencia.
Don’t smoke and be happy
El tratamiento de la depresión y el abandono del hábito de fumar podrían reducir el riesgo de demencia. Es así que debemos, en la práctica diaria, tratar la depresión, y el dejar de fumar.
Aire fresco y limpio
Se encontró más evidencia que justifica cambios con el objetivo de reducir la contaminación del aire: esto está relacionado con una mejor cognición, y con una reducción del riesgo de demencia.
Los responsables de las políticas públicas deberían implementar estrategias para mejorar la calidad del aire, en particular en áreas con alta contaminación.
A no «romperse» la cabeza
El traumatismo craneoencefálico (TEC) que produce injuria cerebral traumática, a cualquier edad y de cualquier origen, sigue siendo un factor de riesgo para la demencia. Nuevas investigaciones plantean que los deportes de contacto podrían ser un riesgo.
Estas evidencias sugieren que la protección contra las lesiones en la cabeza, como el uso de equipos de protección adecuados (por ejemplo cascos), tratar de evitar las colisiones de alto impacto, y la práctica de cabezazos en el entrenamiento deportivo, así como evitar la práctica de deportes inmediatamente después de un TEC, debería ser una prioridad.
Sin demencia: más y mejores años
La reducción del riesgo de demencia aumenta el número de años de vida saludable y ayuda a acortar el tiempo de «mala salud» en las personas que desarrollan demencia.
Cuanto antes y cuanto más tiempo, mejor
Los enfoques de prevención deberían apuntar a disminuir los niveles de factores de riesgo de forma temprana (es decir, cuanto antes, mejor) y mantenerlos bajos durante toda la vida (es decir, cuanto más tiempo, mejor).
Aunque lo ideal sería abordar los factores de riesgo en una etapa temprana de la vida, también hay beneficios en abordarlos a lo largo de la vida: nunca es demasiado temprano, ni demasiado tarde, para reducir el riesgo de demencia.
Gran parte de la evidencia sugiere que las intervenciones en la mediana edad son importantes. Todos los factores de riesgo que se tratan en este informe tienen el potencial de reducirse a gran escala mediante cambios de políticas que podrían afectar el riesgo a lo largo de la vida.
La evidencia adicional sugiere que estos cambios bajan los costos y, por primera vez, está claro que el riesgo se puede modificar, incluso en personas con mayor riesgo genético de demencia.
Rol de los biomarcadores de demencia
El campo de los biomarcadores avanzó en los últimos años: ahora la medición de biomarcadores en distintos fluidos están más validados. Hay más claridad sobre el significado de los cambios en los biomarcadores:
Los biomarcadores amiloide β y tau en personas con deterioro cognitivo ayudan a confirmar la presencia de la patología de la enfermedad de Alzheimer, pero no confirman que esta patología sea la causa de los síntomas.
Las placas amiloideas aparecen muchos años antes de la presentación clínica de la demencia.
Los biomarcadores amiloide β son comunes en personas mayores (es decir, 10% de positividad a los 70 años y 33% de positividad a los 85 años en una muestra de Estados Unidos) que no tienen deterioro cognitivo. Además, la mayoría de estas no van a desarrollar demencia.
La presencia de biomarcadores, tanto de amiloide β como de tau, aumenta la probabilidad de demencia, y la evidencia en las imágenes del sistema nervioso central de neurodegeneración, aumenta aún más este riesgo.
Los biomarcadores sanguíneos, como la tau fosforilada, podrían ser una prueba para predecir quién va a desarrollar demencia, pero aún no se ha hecho realidad.
Siempre intervenir
Para las personas que viven con demencia, las intervenciones después del diagnóstico pueden ayudar a maximizar la salud física, mejorar la calidad de vida, reducir las hospitalizaciones y planificar el futuro. Estas intervenciones deben ser individualizadas, considerar las circunstancias de vida de la persona e incluir a la familia y otros cuidadores.
Inhibidores de la colinesterasa y nuevos tratamientos
Inhibidores de la colinesterasa
Existen nuevas evidencias de los efectos beneficiosos de los inhibidores de la colinesterasa para las personas con enfermedad de Alzheimer y demencia por cuerpos de Lewy, tanto a largo como a corto plazo. En este grupo están el donepezilo, la galantamina y la rivastogmina.
Memantina Este es un agonista competitivo de los receptores NMDA (N-metil-D-aspartato). Su uso es recomendado y está validado para pacientes con Alzheimer y demencia por cuerpos de Lewy.
Anticuerpos monoclonales
Se sabe menos sobre los tratamientos con anticuerpos anti-amiloide β.
Es alentador que, por primera vez, algunos ensayos hayan informado de una pequeña disminución del deterioro cognitivo en personas que reciben tratamientos con anticuerpos anti-amiloide, con una reducción sustancial de amiloide β en el cerebro.
Estos tratamientos redujeron el deterioro después de 18 meses de tratamiento en un 27-35%. Los contras del uso de estos nuevos medicamentos es que son caros, engorrosos de usar, requieren un control y seguimiento intensivos, y pueden tener efectos secundarios clínicamente significativos y, a veces, graves.
No existen evidencias sobre sus efectos a largo plazo y su seguridad. En este grupo tenemos el lecanemab y el donanemab.