viernes 29 de marzo de 2024
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Superliga

River empató sin goles con Huracán, en un duelo con poco fútbol

El Millonario no pudo mover el marcador de visitante. Los locales tampoco anotaron. En un encuentro para el olvido, terminaron 0 a 0

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Pasaron 90 minutos, pero River no arrancó en la Superliga. Se quedó trabado en un campo que parecía haber sido trajinado por una tropilla de caballos de tan irregular que está. No es novedad el deteriorado piso de Huracán. La sorpresa será el día que se presente en buenas condiciones, a tono con una Superliga que pretende vender su producto a los más diversos mercados. Este 0-0 debe esconderlo, no le servirá ni para ganar un cliente más.

El Pity Martínez había convertido los seis penales que ejecutó con la camiseta de River. El séptimo que remató mereció el mismo calificativo que el estado del campo del Tomás A. Ducó: espantoso. Solo que por tratarse de una pelota detenida, acomodada al gusto del N° 10, no le sirve de justificativo ni excusa para que haya mandado la pelota por encima del alambrado, directo al corazón de la tribuna cabecera.

Para un equipo como River, que intenta progresar con la pelota al ras del piso, que quiere ser pulcro y fluido en la circulación, haber marcado ese penal a los 15 minutos le hubiera resuelto un problema grande: sacar una ventaja sobre un terreno que atentaba contra su estilo e ideas. Perdió la brújula y la iniciativa, se mimetizó con un partido que progresivamente fue más rústico y ordinario.

Huracán tiene en claro las condiciones en que está su casa. Por eso sale con pelotazos largos ya desde los saques de arco de Díaz. Balón a dividir, a poner el cuerpo, a estar atento, y que Dios provea. El Globo, con una formación que tuvo entre los titulares a los refuerzos Rossi, Garro y Gamba, todavía transmite la imagen de un conjunto en construcción, menos afinado que el que en la Superliga pasada consiguió la clasificación para la Copa Libertadores. En este nuevo contexto, Rossi y Damonte pueden chocar las cabezas al ir a buscar una pelota.

River no pudo jugar el partido que quiso y le costó adaptarse al que imponía un campo desparejo, con sectores pelados y otros en los que la pelota se frenaba por la arena que camuflada con algo de césped.

A partir del penal fallado por Martínez, River entró en la imprecisión y el nerviosismo. Enseguida fue amonestado Zuculini, sorpresivamente titular. ¿Gallardo habrá querido que tome ritmo de cara al desquite con Racing por la Libertadores -como hizo antes con Martínez Quarta ante la imposibilidad de que Maidana jugara en Avellaneda, o fue un tirón de orejas para Ponzio, que vio la tarjeta roja muy rápido en la ida de los octavos de final?

Huracán se las arreglaba con muy poco. Achicaba en su campo y buscaba alguna jugada episódica en el contrario. Como una pelota que cayó de las nubes y que Pinola tardó en controlar y le dio tiempo que para que lo apurara Gamba, que le cometió foul antes de que definiera al gol Mendoza. Los hinchas de Huracán se enfurecieron con la sanción de Loustau. El partido no daba para nada positivo, solo aburrimiento y quejas.

River se deshilachaba cada vez más y Gallardo buscó un reactivo con los ingresos de Quintero y Enzo Pérez. Salió Pity Martínez, a quien los hinchas locales no solo recuerdan con cariño por lo que hizo con la camiseta del Globo, sino que también le agradecían lo flojo que estuvo anoche con la de River.

En los últimos 20 minutos, Gallardo incluyó un tercer delantero (Mora) por un volante (Palacios). Todo siguió igual de ordinario. Hasta Marcos Díaz, con un rendimiento impecable, se resbaló en una salida que por poco no le cuesta un disgusto grande. Pero el último susto fue para Armani, en un remate que le picó antes y dio en un palo. Todo muy imperfecto. Un campo arado es para sembrar, no germina fútbol.

Fuente: La Nación.

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