Silvia Albarenque es una de exmonjas del Convento de Carmelitas Descalzas de Nogoyá que denunció a Luisa Toledo, la Madre Superiora del lugar que fuera condenada hace pocos días por privación ilegítima de la libertad.
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SUSCRIBITESilvia Albarenque es una de exmonjas del Convento de Carmelitas Descalzas de Nogoyá que denunció a Luisa Toledo, la Madre Superiora del lugar que fuera condenada hace pocos días por privación ilegítima de la libertad.
"Cuando yo entré, sabía que ahí se hacía penitencia. Sabía que entraba a una orden austera, pero lo que siguió después sobrepasó todo límite", expresó Silvia, en una entrevista exclusiva con Canal Nueve Litoral.
El hecho se conoció en 2016, a raíz de una investigación de la revista Análisis, que dio cuenta del maltrato sufrido por algunas de las monjas en ese monasterio.
"Me llamaba la atención el convento como un lugar de oración, donde rezan todo el tiempo y viven consagradas a Dios. Me parecía un lugar seguro, tranquilo, donde nadie me iba a hacer daño", sostuvo. Sin embargo, allí dentro vivió un verdadero infierno, con torturas y privación ilegítima de la libertad.
Los modos de tortura eran numerosos y por motivos ínfimos. "El ayuno a pan y agua por cualquier motivo que instaló Luisa Toledo no estaba en las constituciones de la Congregación. El uso de las prácticas de disciplina en la constitución figura solo los viernes pero en la práctica era lunes, miércoles y viernes en ciertos tiempos del año y lunes y viernes en otros momentos", detalló.
"¿Cómo me iba a atrever yo a hacer el mínimo acto de rebeldía si ya me había denigrado de tal forma que no tenía ni fuerza de voluntad? Atreverme a contradecirla en algo era arriesgar mi vida", manifestó Silvia.
"Cuando me miré al espejo después de salir, me asusté un montón. Dentro del convento no hay espejos, por lo que hacía años que no me veía. Ahí tomé conciencia de que estaba tocando fondo", agregó.
El testimonio exclusivo:
Silvia ingresó al convento a los 18 años y salió a los 32. Desde julio de 2007 pidió salir, pero la priora Luisa Toledo se lo negaba. En 2013 finalmente, logró escapar en un deplorable estado de salud. Hoy continúa luchando para superar las secuelas psicológicas y físicas que le dejaron las torturas