jueves 28 de marzo de 2024
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Sociedad

El río Paraná recuperó su altura pero podría volver a bajar en julio

La tendencia al crecimiento se registró en varios puertos de Entre Ríos. Aún así, los monitoreos continuarán hasta el 31 de julio

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La bajante histórica del río Paraná inició en 2020 y desde ese entonces se mantuvo en descenso. Sin embargo, durante los últimos meses recuperó su altura en diversas ciudades de Entre Ríos. Pese a los alentadores datos, el Instituto Nacional del Agua (INA) remarcó que podría volver a bajar a fines de julio. Por tal motivo, se destacó que los monitoreos continuarán hasta dicha fecha.

Durante los últimos dos años, la bajante del río Paraná generó una alerta entre los especialistas debido a que el descenso de agua se incrementó con el paso del tiempo y provocó cambios drásticos en la vida ambiental, económica, productiva y social. Luego de varios meses de preocupación, la situación empezó a cambiar desde fines de febrero de 2022.

río Paraná bajante sequía pesca
La escasez de agua fue dramática durante casi dos años.

La escasez de agua fue dramática durante casi dos años.

De acuerdo a los registros del INA, desde ese momento el río Paraná inició con una fuerte tendencia de crecimiento y recuperó su altura. Sin embargo, el organismo aseguró que los caudales que se destacan por su magnitud volverán a bajar y por eso, se hará un ”especial monitoreo permanente hasta el 31 de julio”.

El ascenso de las aguas continuará durante la próxima semana y de acuerdo a los últimas medidas semanales, permanecerán en aproximadamente 1,60 metros por debajo del promedio de junio desde 1997. Si bien los indicadores marcan la recuperación de altura, la perspectiva para el 31 de julio “no permite esperar un rápido retorno a la normalidad”.

De hecho, desde el INA se alertó que existe la “probabilidad de extenderse (un nuevo descenso) durante el invierno”. Si bien la bajante del río Paraná causa preocupación por las secuelas en el ambiente, los expertos recordaron a Telam que a lo largo de la historia hubo una situación peor durante 1944 cuando el río macó 1,40 metros por debajo del nivel del mar en Paraná. En aquel entonces, otras localidades afectadas fueron Diamante (-1,38), Victoria (-41) y en La Paz (-1,11).

Durante este martes, el río Paraná subió 2,48 centímetros en la capital provincial de Entre Ríos, de manera que se encontraba cerca de su nivel de aguas bajas que es de 2,30 metros. En el noroeste entrerriano, el río subió en la última semana hasta los 3,50 metros de altura y si bien superó el límite de aguas bajas, sigue por debajo de los 4,10 que la Prefectura Naval Argentina (PNA) registró para este mes como promedio de entre 1996 y 2021.

En cuanto al puerto Diamante, se detalló que el río incrementó su nivel en 0,97 metros y llegó a 2,58. Es decir, que también recupero una altura superior al límite de aguas bajas, pero que sigue estando por debajo del promedio histórico de 4,05. De manera similar, se informó que en Victoria el promedio registrado para este mes era de 4,05 pero se mantiene en 2,45 metros de altura, de manera que pese a haber recuperado su caudal, continúa por debajo de aguas bajas.

Consecuencias de la bajada del río Paraná

A partir del continuo descenso de las aguas, se detectaron consecuencias directas en el ambiente. Entre ellas, se vio afectada la fauna íctica debido a que se secó el valle de inundación donde los peces suelen refugiarse, alimentarse, reproducirse y crecer. Más allá de los animales, también hay inconvenientes en el riego de cultivos y por ende, en las producciones industriales que necesitan obtener agua para su trabajo. Por tal motivo, la problemática generó una situación compleja que podría seguir hasta 2025.

Ante la sequía, también se incrementó la cantidad de incendio en las islas y la contaminación del agua, dado que se redujo la capacidad del río para la dilución de afluentes crudos o industriales. Por su parte, el secretario de Agricultura y Ganadería de Entre Ríos, Lucio Amavet, remarcó que la bajante del río “impactó fuertemente en acopiadores, fileteadores, transportistas y más de 3.000 familias de pescadores” mientras que las barcazas comerciales debieron transportar menos cantidad de productos y en paralelo, encarecer el transporte fluvial.

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