Yerra
Esa mañana los hombres se ajustaron la nuez de Adán con los pañuelos
y usaron las alpargatas más sucias
una suela gruesa indicaba quién había pisado más el barro
el grito del chancho señalaría -antes que los gallos-
el inicio del ritual
alguien juntó la sangre que perdía la herida en la yugular
tenía olor a la meada de la vaca
al vapor que subía cerca de sus patas
y quemaba el yuyo
la sangre negra del animal junto con el vino
tiñó los dientes de los pañuelos ajustados
sonrisas negras como lombrices se encendieron
en las caras de esos hombres
encandilados con la muerte
Telón
El párpado cae y abre adentro
un telón
que esparce el sueño.
Veo las chispas y me dejo asar
con un fuego que no quema.
El párpado dibuja una noche roja
cansada como las moras que se desprenden de la rama.
Los párpados titilan.
A lo lejos está el campo, el fogón, el cuerpo, la ceniza, la brasa