Un silencio lleno de voces, los chicos en la canchita
el arco con su eco vacío
los árboles talados, el roce metálico de las hojas
los fresnos nuevos, con brotes blandos
la calle asfaltada, un tractor en el semáforo
los nombres conocidos, las caras desvirtuadas
las casas, sus veredas, nuestras rodillas enumerando las marcas
los patines de mi hermana, mi bicicleta blanca,
la canasta con cosas del supermercado,
las llaves colgadas en la pared del garage
las esquelitas de mamá en su heladera
la letra manuscrita
el rosario entre sus huesos
el pelo brilloso
el dolor entre los dientes
nuestra carne apretada contra su carne
el olor de las panaderías
el mismo polvo sobre las mismas cosas
la historia interminable
la siesta infinita
la breve infancia
los campanazos de la iglesia
los alaridos de los perros
las sogas con todos los repasadores del mundo
el jabón blanco en la piel
un alambrado en la lengua
la miseria en los miserables de siempre
la joroba de mi padre, sus billetes en los bolsillos, la gordura mezquina
la fe en la cara de mi madre
la alegría en el movimiento de mi hermana
la belleza de mi sobrina
el vaho del fondo de las habitaciones donde las cosas se pudren
el cacareo en el tórax
todos los animales de la granja en nuestra boca
la ruta convocando nuestra memoria
los pájaros sobre los sembrados,
el puente en el que se ahogó José
los bichos reventados en el parabrisas
el trigo en el pelo lacio de mi hermana
su luz de fuego en las cosas que recuerda
las chispas de su gracia