La mujer de 29 años pudo escapar por un ventiluz de la casa de la provincia de San Juan en donde había vivido un infierno. Su pareja, Maximiliano Taborga, la había tenido cautiva y atada a una cama, donde la obligaba a prostituirse a cambio de droga y dinero. Todo delante de su hijo.
La pareja se había conocido en el año 2013. Ella tenía entonces 19 y era auxiliar de un jardín de infantes. Él trabajaba como remisero. Se enamoraron y al poco tiempo se fueron a vivir juntos. Tan pronto como la convivencia también llegaron los maltratos. La violencia siguió creciendo hasta que empezaron los abusos y la explotación. La víctima llegó a ser sometida hasta por tres hombres al mismo tiempo.
El calvario se extendió durante cuatro meses hasta que un día, en un descuido de su captor, la joven pudo por fin soltarse de las sogas y escapar. Fue corriendo a la comisaría a hacer la denuncia y él quedó detenido, pero poco tiempo después recuperó su libertad.Salió y empezó a amenazarla.
El acusado fue, otra vez, detenido. Lo encontraron en Buenos Aires y, aunque en las últimas horas se negó a declarar, podría recibir una condena de entre 8 y 30 años de cárcel.